No es fortuito que la música y la poesía se fusionen para crear obras de bella plasticidad sonora. En esta ocasión el compositor juchiteco Mario López, musicaliza uno de los poemas mas desgarradores de su coterráneo, Gabriel López Chiñas, "Hambre".
Nadie se resiste a los encantos de la flauta de carrizo, el caparazón de tortuga y el tambor de un solo tronco para evocar las melodías que interpretaban nuestros abuelos los Binnigula'sa' en la cima de Dani Beedxe', hoy conocida como Monte Albán.
Chedxi en un joven optimista. Pertenece a una generación de compositores zapotecas, que en los nuevos géneros musicales reivindica su identidad. "La alegría es la cura para todo mal. Vivir en paz, relajear sin hacer maldad y agradecerle a Dios lo que nos regala. Esa es mi filosofía", afirma.
Instrumentos musicales que dominan las montañas andinas y canto de las nubes que se esparce en territorio Za, se fusionan para obseaquiarnos una peculiar interpretación del Son Bizuriqui (1950), en voz de su autor, el juchiteco Sabás Carrasco Morgan.
Bello es El Espinal, singular pueblo zapoteca enclavado en el corazón istmeño. Hermosas son sus mujeres, a quienes los músicos legendarios compusieron algunas piezas. Este Son es el emblema de la espinaleña, mujer reconocida por su fuerza y altivez.
Un tema resalta dentro del mosaico de melodías de 'Razones', disco de Diego López; una letra clásica del repertorio zapoteca: Ra ñaa huiini’, ‘El ranchito’, de Juan Xtubi. Porque para los hombres de campo la parcela es la muestra de verdadero compromiso con la mujer amada.
Mucho se ha contado de la mujer amada. Los poetas suelen compararla con las flores o con la belleza del entorno. Pero Ricardo Amadeus la asimila a una de sus pasiones: la lectura; porque la mujer también es misterio que debe ser descifrado y leído con detenimiento.
Haciendo gala de la clave inconfundible del son, Enrique Ocaña interpreta una de las canciones más representativas del bolero istmeño: ‘Naila’. En esta singular ejecución se dejan ver las dos raíces de su canto, porque Ocaña lleva sangre jarocha y zapoteca en las venas.
El Domingo de Ramos en Juchitán se acostumbra ir al panteón para estar con los difuntos. Allí se come, se bebe, se canta y los niños juegan entre las tumbas. En Xandu', Día de Muertos, ellos devuelven la visitan; a los muertos se les recibe en casa.
Aplaudimos la innovación en la reproducción de nuestra lengua milenaria. El didxazá no está reñido con ningún género musical; por el contrario, es capaz de servir de vehículo para toda clase de sentimientos, sea en trova, en son regional o mediante una pieza de hip hop.