Vivir con la cabeza alzada. Hay un sano temor: el que surge al ser consciente de que es el mismo Dios quien trabaja en mi, el que activa mi querer y sentir ¡Es el mismo Dios! La vocación cristiana entonces nos hace brillar como estrellas 'en medio de gente, a veces, depravada'.
Levantar la mirada y esperar el auxilio de Dios. Él no permite que resbale nuestro pié. Nuestra fidelidad no está garantizada; la de Dios, sí. ¿Qué podemos hacer para ser fieles? ¿Por qué hay tanta infidelidad hoy? La imaginación y otros comportamientos que son fisuras del corazón por los que rompemos nuestra integridad, se exponen para meditarlas, examinarlas y desear cambiar.
Llama la atención la insistencia de Yahvé, y después la insistencia de Cristo, en dirigirse a nosotros diciéndonos que no nos agobiemos. Sin embargo, a poco que abramos los oídos, escuchamos personas que están agobiadas. El Señor nos da algunas claves de la confianza en Dios. 'Dichoso el hombre que ha puesto su confianza en el Señor' (salmo 1). Pedirlo, y hacernos violencia para confiar en Él.
Como es Dios: las escrituras quieren darnos a entender su ser, y necesariamente se sirven de imágenes. Nos hablan de la grandeza de Dios. Pero mas tarde, Cristo completa esa imagen. Y resulta que nos dice que Él ha venido para servirnos. ¡No conocemos a Cristo si no vemos en Él a nuestro servidor! Aprendamos a mirarle así. Y, como cristianos, ser servidores es la garantiia de que seguimos a nuestro Maestro.
Es pobre el que vive queriendo estar necesitado de las cosas que le dé su Padre que le ama, el que sabe agradecer las cosas maravillosas de este mundo como regalos y disfrutarlas apasionadamente y no pierde de vista que el mundo está en las manos de Aquel que le da esas mismas cosas por puro amor y no en las suyas.
El sacrificio es escuchar los reclamos del Amor. ¿Qué sacrificios tengo que hacer? Los que el Amor me pida. A las personas que necesitan les quiero dar lo que necesitan. Quiero meterme dentro de Dios que da y dar con El a los demás todo lo que necesiten. Es un amor a la Vida al que no le importa el sufrimiento, morir. Para que haya Vida hace falta muerte a uno mismo, pero lo importante no es el sufrimiento sino el amor a la Vida que se genera. ¡Amad lo que da la Vida!
Lo que Cristo nos propone es una vida de amor, confianza y entrega plena muy radical. Mi interés es hacer lo que Dios me va pidiendo. Confío más en Dios que en mi manera de hacer las cosas.
Mi verdad es que soy para amar a Dios, soy para ser Iglesia, soy para compartir la vida de Dios. Para eso necesito un corazón curado por la redención de Cristo. Mi único interés es tener un corazón que pertenezca a la Iglesia. Si se separa la pureza de su verdad, esta se convierte en un agobio estéril.
Descubrir a Dios vivo en lo que me ocurre. No se trata solo de aceptar unos dogmas establecidos, sino ver la acción de Dios en la historia actual, hoy, en lo que me ocurre. La Fe no se puede quedar en la cabeza, sino que ha de madurar en el corazón y en la vida y convertirse en Fe práctica. Necesito esa transformación para llenarme de Paz y poder ser pastor para los demás.
Yo no encontraré a Dios individualmente en solitario nunca, sino buscando junto con los otros, orando con los otros, comprendiendo con los otros, ayudando y dejandome ayudar por los otros. La Fe solo se puede vivir en asamblea.